Memoria

Las actuaciones en edificios existentes para adaptarlos a nuevos usos es un tema frecuente en la práctica arquitectónica actual, sobre todo en edificios que se consideran patrimonio. Se trata de una estrategia destinada a conservarlos, cuando su uso original ya ha quedado obsoleto, y de esta manera se revitalizan con una nueva función que les vuelve a otorgar sentido. Son un tipo de actuaciones que se mueven en el difícil equilibrio entre el respecto por aquello que se ha de conservar –lo que hace que se quiera mantener el edificio- y la necesidad de hacer posible que éste se adapte al nuevo uso previsto: el equilibrio entre una forma que viene dada y la función.

Aparentemente, en este tipo de proyectos, se invierte el orden del ya viejo eslogan del Movimiento Moderno, “form follows function”, según el cual la forma es consecuencia directa de la función. Pero sólo aparentemente, la historia misma de la arquitectura moderna ofrece ejemplos de intervenciones en el patrimonio que el paso del tiempo ya ha sancionado como  ejemplares –pensamos en la obra en Goteborg de Eric Gunnard Asplund, con las rehabilitaciones de Carlo Sacarpa en Venecia, o, más cercanamente, las de Elías Torres y José Antonio Martínez-Lapeña en Palma e Ibiza. Todas ellas muestras de comprensión del edificio original y de la posibilidad de traducir el cambio de uso – la función- en una forma que no violenta sino que hace todavía más comprensible la preexistencia.

En este caso concreto, se trata de intervenir en un conjunto formado por tres edificios situados en el centro histórico de Palma, para destinarlos a sede de la dirección y administración de la Fundación “Sa Nostra”, pero manteniendo la oficina y el Monte de Piedad existentes.

Uno de ellos es el edificio Central de la Caixa de Balears, construido entre 1904 y 1906, según un proyecto de Gaspar Bennàssar. Se trata de una obra interesante, de estilo ecléctico, pero con detalles que ya apuntan la interpretación que el arquitecto llevará a término con posterioridad al Modernismo. Los otros, en cambio, son edificios mucho más recientes, probablemente destinados en pricipio a viviendas, y sin el interés del otro, a pesar de tener la virtud de integrarse discretamente en su entorno histórico.

Nos encontramos, por tanto, con dos tipos de arquitecturas bien distintas. Una la representada por el edificio de Bennàssar, que ya se proyectó originariamente como representativo de la Institución, consciente de su situación urbana en la plaza de Sant Francesc, y con un carácter público, cosas que deben mantenerse a pesar de variar su destino; y la otra representada por los otros dos, uno al lado del de Bennàssar, también con fachada a la plaza, y el otro atrás, con entrada por la calle Sol, sin ninguna de las características del edificio principal.

Pero precisamente es en esta diferencia – en aquello que es posible – dónde se basa nuestra propuesta.

Pensamos que es el Edificio Central – su arquitectura, valor patrimonial y situación – el que justifica la decisión de trasladar la Dirección y Administración de la Fundación “Sa Nostra”. Por este motivo, nuestra premisa de partida en la intervención de edificio pasa por recuperar su carácter representativo, sobre todo en su interior, sustancialmente modificado por recientes intervenciones, y eso lo posibilita la existencia de los otros dos, que le liberan de buena parte del programa.

Consecuentemente, el edificio Central se prevé destinarlo a las actividades con más carga representativa: Gerencia, Jefes de Area, exposiciones y conferencias, mantenimiento además un espacio para el Consejo de Administración, la Junta de Patronos y la sección de Jubilados. Se aprovechan de esta manera las características que el edificio ya tiene en su origen.

Las actuaciones que consideramos necesarias para conseguirlo son básicamente:

Eliminación de la planta 2ª actual, que corta a media altura la planta noble del edificio original.

Recuperación del patio central como entrada de luz hasta la planta baja, restituyendo también el forjado de hierro y cristal sobre la entrada principal.

Habilitación del gran espacio actual de la oficina como sala preferentemente de exposiciones.

Recuperación y habilitación de la planta bajo cubierta y de la cubierta como espacio que ofrece unas vistas panorámicas del centro histórico de Palma.

La intervención que se propone en los otros dos edificios sigue el mismo criterio mencionado de potenciar y complementar las posibilidades del edificio principal. Por este motivo se concentran la oficina bancaria y el Monte de Piedad en el edificio de la Fundación. Aquí se propone una intervención mínima, únicamente destinada a hacer posible estas actividades.

De esta forma, el edificio de la calle Sol, queda como un anexo del principal que le  libera de las zonas técnicas y administrativas permitiendo extender su influencia y presencia. Por ello se propone una intervención más a fondo que supone, sobre todo, lo siguiente:

Liberar de construcciones la parte central del conjunto de forma que se cree un patio que permita disfrutar del sur en el edificio Central.

Abrir la planta baja de Sol para conseguir la transparencia y sucesión de espacios calle-patio-edificio. El edificio central también pasa a tener presencia en la calle Sol.

Construcción de un cuerpo en L que resuelve la relación y diferencia de alturas entre el Edificio Central y el Administrativo.

La recuperación del edificio de Gapar Bennàssar no se limita así a la sola restauración, sino, además, a ampliar y extender su presencia, de forma que el conjunto forme un todo comprensible. Y esto tan sólo con una intervención en el interior de la manzana: abriendo un patio que otorga al edificio principal otra fachada a sur y permitiendo que la claridad de este llegue hasta la calle Sol, consiguiendo así una transparencia patio-calle, como ocurre en tantas casas señoriales de Palma.